[img:3064800145,small]

En un artículo reciente, bajo el título Otra Forma de Comercio, os hablaba del pueblo de mi suegro y contaba que el pueblo cercano de referencia, ya con más de mil habitantes y toda la estructura comercial habitual.

El pasado fin de semana estuve otra vez por allí, y dado que la visita era sólo masculina (mi suegro y yo para dar una vuelta por la casa) bajamos a comer a Cistierna. Antes de hablar del restaurante que nos ocupa, no puedo dejar de comentar el aperitivo. En compañía de un amigo de aquellas tierras, Pedrito para los amigos, visitamos tres bares para como dicen allí, “tomar los vinos”. La cuestión a comentar es el magnífico aperitivo que nos pusieron en cada uno de ellos.

En primer lugar, en todos ellos te dan a elegir que es lo que quieres tomar. Así nuestra elección empezó con un canapé de morcilla (la típica de León, que es una morcilla de cebolla, a la que se quita la tripa, se fríe y se unta como si de un paté se tratara), siguió con unos callos, y terminó con unos garbanzos en salsa. En todos los casos riquísimas, caseras, calentitas y de gran tamaño para ser el aperitivo de la casa. Yo pagué en el último sitio, y por dos cervezas dobles y un vino de rioja con los tres pucheritos de garbanzos pagué 3,70€.

Con tan sabroso aperitivo en el cuerpo, nos fuimos mi suegro y yo (Pedro comía en casa con su familia) al restaurante El Filandón, uno de los más recomendables de Cistierna. La fachada es la de un típico bar normal y corriente (de hecho allí tomamos la segunda ronda, la de los callos), y por el bar se ha de pasar al restaurante, en lo que constituye la única pega en mi opinión: la sala del restaurante no tiene ninguna ventana ni orificio por el que entre la luz natural, y así en un día frío y soleado de otoño, comimos como si fuera noche cerrada y sin luna.

La carta es la que cabe esperar en un sitio así: moderadamente amplia, basada en la cocina tradicional, aunque con algún guiño más actual. Nosotros nos decantamos por compartir unas mollejas en salsa para seguir en la línea de los aperitivos. De segundo mi suegro optó por unas manitas de cerdo rellenas de setas (senderinas las denominan allí, una seta muy pequeñita pero deliciosa) en las que me dejó participar para comprobar que estaban magníficas.

Yo decidí una apuesta arriesgada, tacos de bacalao con salsa de roquefort. El pescado no es el fuerte de aquellas tierras, ni en el mercado ni en los restaurantes, más allá de las truchas de la zona, pero este plato estaba francamente muy logrado: el bacalao había sido desalado perfectamente, y la salsa maridaba sorprendentemente bien. Eso sí, tenía un punto de sabor que no me atrevo a asegurar, pero que yo diría que era mostaza. Iba acompañado de patatas panaderas y pimientos de piquillo.

La factura del abundante aperitivo hizo que nos pudiéramos atrever con los postres, donde reinaban las recetas más típicamente caseras. En cuanto al vino, la carta no es demasiado amplia, pero los precios son muy ajustados: como ejemplo nosotros tomamos un Marqués de Cáceres crianza por 15€.

En fin, que si vuestros pasos os llevan por Cistierna, merece la pena la parada en el restaurante El Filandón.

Lamento que no llevaba cámara, y no pude hacer fotos.

Restaurante El Filandón
Av. Constitución, 11
24800 Cistierna
León
España
Tlf: +34 987 700 111

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Publicidad