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Hace un par de días haciendo tiempo para embarcar en una cena crucero en la Marina de París cerca de Pont Royal, frente al Louvre, nos sentamos quince minutos en la que sin duda debe ser una de las terrazas más ruidosas de París.

La terraza está ubicada en una cera estrecha a tan sólo unos metros del Río Sena pero del que la separan los cuatro carriles de la Quai voltaire, sobre los que hacia las 20:30 de la noche discurren numerosos vehículos.

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A pesar del ruido el rato fue agradable, supongo que el entorno y ver el Lovre al fondo supera el ruido y te libera del mismo. Mi elección fue una cerveza pequeña Abbaye d’Affligem, 25 cl.,  un rica cerveza belga. Lo curioso no vino por la cerveza en si misma ni por su ligeramente elevado precio (4,30 Euros + IVA), eso era de esperar. Lo curioso fue que desde mi asiento pude ver una anécdota que no puedo dejar de compartir.

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Como os muestro en la foto superior desde mi asiento se podía ver el interior del café y mientras preparaban nuestra bandeja con varias bebidas, unas diez, pude ver que la cerveza, servida de las primeras, no tenía buena presión y el camarero ni corto ni perezoso como si me estuviese leyendo la mente, tomó una cucharilla ya la metió en la copa agitándola ligeramente para hacer espuma. Muy profesional.

El resultado el que tenéis en la foto de cabecera. Una copa sin rematar de la que parece que el camarero hubiera bebido antes de servirla.  

Se me ocurre que el individuo se de una vuelta por España para que aprenda a tirar cerveza y que se entere que la cucharilla se usa para el café.

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