In-N-Out Burger
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Tras las vacaciones tengo bastantes cosas pendientes de escribir, sobre todo en relación a la visita de Venecia, sin embargo voy a comenzar por compartir la sensación que me ha producido un inquietante artículo, al menos en mi opinión, que comentaba una iniciativa sobre nutrición que se está debatiendo poner en práctica en relación a la comida basura. Antes de hablar sobre la iniciativa en particular dejarme que comparta unas reflexiones.

Como todos sabéis en épocas de crisis, tristemente, la calidad de la alimentación baja y la mala nutrición y el consumo de comida basura es práctica habitual de gran parte de la población. Esta más que constatado que todos los negocios y grandes cadenas multinacionales dedicados a este menester aumentan sustancialmente sus ventas en estas épocas.

Me encanta ver esas familias que organizan jornadas playeras rodeados de neveras y sombrillas que llevan consigo todo tipo de viandas frías y calientes, incluyendo desde bocadillos a cocidos y ollas de legumbres (como algunos dicen es fácil de cocinar para muchos y no se vuelca en el coche). También puedes verlos con frutas de temporada como sandías, melones, melocotones, etc. y otras muchas y sanas opciones veraniegas como limonadas y bebidas refrescantes de elaboración casera. Algunas familias pueden que lo hagan más ahora por el gasto que suponen comer en el chiringuito, pero otras muchas lo han hecho toda la vida porque es una opción que además de económica es saludable, resultando además mucho más divertida y formando parte de las actividades veraniegas y de la parte lúdica que todos necesitamos en el receso estival.

Sin embargo tenemos el otro extremo. Jóvenes, y menos jóvenes, incluso familias enteras también, que optan por cualquier formato de comida basura y que cargan sus bolsas llenas de hamburguesas, nuggets, patatas, bebidas gaseosas, etc.  hasta sus toallas para degustar tan lindo manjares al frescor de sus sombrillas o a pleno sol, para terminar de hacer la experiencia inolvidable. La opción puede resultar más económica, y digo puede porque no siempre lo es, pero estoy seguro que coincidimos en que no es saludable. Esta misma mañana me he cruzado en la playa con uno que iba cargadito de bolsas de hamburguesas para disfrutarlas en compañía.

Diferentes estudios e investigaciones han demostrado que la comida basura es mala para la salud pero a pesar de ello su consumo no se reduce y lo que es peor, aumenta cuanto más vacío está el bolsillo. Según parece los alimentos más calóricos, cualidad común de la comida basura, provocan adicción. El motivo parece estar en que cuando se consumen se activan las mismas zonas del cerebro que cuando se consumen drogas y por este motivo puede resultar tan difícil renunciar al consumo de este tipo de comida. Todo puede tener un origen biológico que se remonta muchos años atrás hasta cuando la raza humana dependía de la caza y no tenía fecha cierta de cuando probaría su próximo bocado. Por ello acumulaban calorías cuando tenían alimento mediante grandes ingestas que les proporcionarían sustento por varios días.

Si a la herencia biológica, le sumas las conclusiones sobre la recompensa cerebral y los más que conocidos intereses de las grandes multinacionales que viven de este negocio, podemos imaginar que la comida basura no va a desaparecer nunca.

Sobre este hecho de que la comida basura no va a ser nunca eliminada es donde radica la iniciativa que os quiero comentar.

En particular se trata de añadir medicinas beneficiosas a este tipo de comida para de alguna forma mitigar los malos efectos que tienen sobre nuestro organismo. Por ejemplo las hamburguesas tienen alto contenido en lípidos y gran aporte calórico y algunas de ellas, importantes cantidades de las temidas grasas trans, todo ello una bomba para el sistema cardiovascular. Bueno pues en esencia lo que están proponiendo es poner una bolsita de estatina, a modo de ketchup o mayonesa para que quien lo desee añada esta sustancia a la hamburguesa. Según parece las estatinas tienen propiedades para combatir el colesterol, aunque sus reales beneficios también están rodeados de algo de polémica.

Según aportan algunos datos consumir una de estas hamburguesas al día incrementa casi en un 20% la posibilidad de sufrir un infarto o un ictus, mientras que tomar una estatina con esta misma frecuencia reduce ese riesgo en un 30%.

Tomando este ejemplo yo creo que la clave no está tanto en el beneficio o no de la estatina en cuestión que estoy seguro clarificarán próximos estudios. Si no es la estatina será otra sustancia similar con este o con otro objetivo. Ni siquiera creo que el debate sea la polémica sobre la medicalización o no de la población, que además creo ya está muy manido tras las discusiones sobre los transgénicos.

Creo que es más básico, más simple, es anterior. La clave está en defender una postura que mantiene una mala práctica combinándola con un elemento mitigador de la misma. No creo que haya que enmendar lo que ya es malo, creo que los esfuerzos deben ir en que la gente comprenda que la comida basura es eso, basura, los esfuerzos deben ir en simplemente evitar lo malo.

La correcta alimentación, la buena nutrición, para mi es educación, y como he dicho muchas veces debería formar parte de los planes lectivos de los colegios, porque es salud y es futuro, es futuro saludable para nuestros pequeños.

¿A cuantas cosas más podríamos llevar esta postura? ¿esta forma de actuación? ¿es que la comida basura es una excepción? ¿por qué?  Por lo de la recompensa cerebral, lo dudo, yo ni me mato a drogas ni a comida basura y no me va mal, mi cerebro recibe un montón de satisfacciones de otras fuentes, entre otras la buena comida. Por lo de la herencia biológica, sinceramente creo que lo superaremos, si hemos dejado de cazar con piedras y palos creo que esto también superaremos. Así que mucho me temo, como vosotros seguro, que la razón va a estar en los intereses, y esto es difícil de cambiar.

Pero si este es el caso, que lo es, eduquemos a la demanda para que no se conforme con cualquier cosa, para que invierta en salud. Para que busque la mejor opción, la más saludable. Para que decida en función de otros criterios además de precio y tamaño. Quizás eso muestre a determinadas empresas que el perfil del consumidor puede cambiar, que está cambiando, que piensa, que crece (y no sólo a lo ancho) y que para ser competitivos deben diferenciarse y ofrecer otras opciones, o al menos, en las que ya ofrecen aportar más calidad, más transparencia y sobre todo más tecnología al servicio de la salud.

Apliquemos la tecnoalimentación no sólo para incorporar nuevas sustancias beneficiosas en los alimentos, hablemos de cómo la tecnología e innovación también pueden aplicarse a la comida basura para que deje de serlo o al menos, cada vez en menor medida. Trabajando desde el origen, cuestionando y mejorando su concepto, analizando y controlando sus ingredientes y procesos de elaboración y distribución, y sobre todo, invirtiendo en personas y educando a la sociedad que no es una alimentación saludable y que no son ciertos los aparentes ahorros en su consumo si miras los efectos particulares y globales a medio y largo plazo.

El problema quizás sea que el concepto no lo permita y que sólo funcione si sigue siendo eso, basura.

Complicado tema. ¿Cómo lo veis vosotros? ¿Estáis a favor de iniciativas como esta?

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