Naranjas

En los tiempos que corren es difícil saborear en la ciudad productos con su auténtico sabor. La ingente cantidad de mercancías necesarias para satisfacer las necesidades de una enorme población ha requerido una producción masiva y la utilización de métodos de conservación que impactan directa e indirectamente sobre la calidad del producto.

En muchas ocasiones, un adecuado cocinado puede camuflar las carencias de un producto a través de la utilización de especias, exceso de salsa o generosos condimentos. Sin embargo, es en los productos que se toman sin ningún tipo de aditivo donde se evidencian estas insuficiencias.

El caso de la fruta es quizá el ejemplo más revelador. Recolectadas antes de tiempo, su maduración se produce en cámaras frigoríficas donde se les añaden además conservantes y ceras para mejorar su presencia, de tal forma que llegan a nuestra mesa tratadas y varias semanas después de su producción. El impacto es evidente no sólo en su sabor sino en sus cualidades alimenticias, mermadas y distorsionadas por los aditivos incorporados en todo el proceso de distribución.

Lamentablemente, a menos que se viva próximo a una zona productora, la oportunidades de disfrutar de estos alimentos en plenitud son escasas o caras.

Afortunadamente, en los últimos tiempos, están proliferando iniciativas dedicadas a solventar este tipo de inconvenientes. Una de ellas utiliza herramientas como Internet como medio para gestionar pequeños pedidos de carácter individual y ponerlos en casa en 24h a través de una empresa de mensajería.

En el caso de la fruta esta va del árbol a casa sin pasar por cámaras o procesos de embellecido ya madura y en perfecto estado. El sabor es completamente natural y profundo alejado de un proceso industrializado que trata a estos productos como commodities. He probado este tipo de canal con naranjas y mandarinas y el resultado es increíble en calidad de producto y en plazos.

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