comedor
Foto de Javidesi

El otro día leía una noticia que manifestaba que los niños que van a comedores escolares consumen más pescados, verduras y lácteos que los que comen en casa, puesto que los hábitos alimenticios en los hogares se han desvirtuado en los últimos años y priman los alimentos poco saludables en las dietas familiares.

Según parece la afirmación está contrastada y fue defendida por Antonio Villarino, presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA), dentro de las sesiones de las XIII Jornadas Nacionales de Nutrición Práctica, organizadas por Dietecom España, que se celebraron hace unos días en Madrid.

En adición a este retroceso en las costumbres culinarias de las familias se ha producido un cierto avance en los comedores de los colegios donde poco a poco se está pasando de ofrecer menús basados en pasta y carnes a otros mucho más saludables y con mayor variedad que permiten que los niños mantengan dietas equilibradas.

Una cosa con la que no estoy tan de acuerdo es la teoría de que la incorporación de la mujer al trabajo haya influido negativamente en la dieta de los niños debido a que los padres llegan a casa cansados y sin tiempo ni ganas de cocinar comidas elaboradas y con más aportes nutricionales. ¿Es que los padres no pueden cocinar? ¿no pueden ir a la compra? esto como tantas otras cosas es cosa de dos, es cosa de repartos de responsabilidades. Yo me pregunto ¿hay que tener mucho tiempo para hacer comida saludable? ¿se tarda menos en comprar comida basura que comida sana? sinceramente creo que no. Creo que simplemente es un tema de cultura y de prioridades y de echarle un poquito, sólo un poquito, de imaginación y de corazón.

Supongo que como cualquier cosa en la vida que quieras hacer bien, la clave es darle la importancia que merece, ponerle interés. Somos lo que comemos, la correcta nutrición es clave para nuestro desarrollo, lo que demos de comer a nuestros hijos hoy con suerte será lo que coman nuestros nietos el día de mañana. Por ejemplo, será muy difícil que nuestros hijos el día de mañana cocinen en su futura casa, si no ven que exista esa costumbre hoy en la nuestra.

A todo esto sumarle otro montón de hábitos  poco saludables fuera del campo de la nutrición, que retan a nuestros hijos de forma perniciosa y que en muchas ocasiones se están instaurando como pautas sociales de gente adecuada a su tiempo.

La verdad es que todo esto no me sorprende. Pero estas líneas me sirven para revindicar algo que llevo comentando desde hace mucho tiempo y para intentar recordar lo importante que es poner más atención en lo que comemos y en lo que damos de comer a nuestros hijos y en los valores y cultura que les inculcamos en torno a la alimentación y su importancia.

Busquemos siempre la alimentación saludable para nosotros y para nuestros hijos, pero sobre todo pensemos que recogeremos lo que sembramos.

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