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El pasado viernes 13, sin ninguna superstición, mi trabajo me llevó a Castellón, en una fecha especial, pues ese mismo día empezaban las fiestas de la Magadalena. La reunión de trabajo fue bien, y mis interlocutores tuvieron a bien invitarnos a un compañero y a mí a comer en el restaurante Arbequina, la referencia en cocina que combine lo tradicional con lo moderno en la ciudad de Castellón.
Lo primero es marcar lo mucho que se nota la crisis en todos los ámbitos: a pesar de tener un local muy espacioso y agradablemente decorado, de tener una oferta culinario amplia y variada, un servicio exquisito, unos precios muy razonables (los que figuraban en carta pues, he de agradecerlo, me invitaron) y de ser el día que empezaban unas fiestas locales, fuimos la única mesa ocupada.
Así pues, y como auténticos ojitos derechos del maitre, nos dejamos en sus manos y criterio, tanto para comer como para beber. El resultado fue una comida francamente memorable, servida con ritmo y sin agobios, y excelentemente acompañada desde la bodega. Como siempre, las fotos de móvil no hacen justicia a los platos, pero menos es nada.
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De entrada compartimos tres platos: albóndigas de trompeta de la muerte, sepia y butifarra (deliciosas); suquet de callos de bacalao (muy interesante, aunque yo prefiero los callos de bacalao solos); y crema de alcachofas con huevo escalzado a baja temperatura (muy interesante combinación, aunque yo la hubiera servido la primera por ser un plato caliente).
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En los segundos cada uno se tiró por su cuenta, aunque todos estuvimos de acuerdo en que fuera carne. Mi opción (y la de otro de los comensales) fue un cochinillo confitado absolutamente sorprendente: manteniendo todo el sabor del mejor cochinillo, con su corteza crujiente en un punto excelente, resultó un plato muy ligero y que no se hizo pesado en el inmediatamente posterior viaje en coche de vuelta a Madrid.
Uno de mis anfitriones tomó una hamburguesa de buey: que nadie se asuste que no había bollito con sésamo, ni pepinillos ni kétchup, sino un gran y jugoso disco de carne de buey picada que tenía una pinta magnífica. Finalmente, el tercer comensal se fue a por una paletilla de cordero confitada a baja temperatura que, según me dijo el afortunado comensal, repetía las sensaciones del cochinillo.
Los vinos fueron Riberas del Duero, Dominio Romano y 545 uvas. Muy ricos ambos, y especialmente el segundo, todo un prodigio de sabor muy potente, con un punto rústico y primitivo, pero que acompañó de forma excelente a los segundos. Y de los postres tengo también un recuerdo excelente, si bien no anoté los que tomamos, pero queda pendiente la visita de recuerdo.
En fin, un sitio absolutamente recomendable.
Restaurante Arbequina
Calle Bartolomé Reus, 35
Castellón
Tlf.: +34 964 269 301
Web: http://www.restaurantearbequina.com/
Suscribo lo que dices y lo que comentan los demás.
Enhorabuena por tu blog, la primera vez que entro, pero muy bien cuidada la página.
Un saludo.
Estoy de acuerdo con la calidad de éste local, con un ambiente acogedor, un trato amable y una comida deliciosa. Y lo más interesante es todo el cariño que se respira en la comida. Enhorabuena!
Hoy en dia es el mejor restaurante de Castellón, por la cocina y el trato. Desde que estrenaron local han subido enteros.
Y ojo a las jornadas con productos de temporada…
PD: el primer dia de fiestas es normal que la gente se reuna en las collas y mesones, a parte de la **** crisis.
aolalla,
¡Qué buena pinta tiene todo! La verdad es que leyendo el artículo me ha entrado un hambre.No conozco Castellón, pero ya tengo una buena escusa…
¿Y que tal de precio?