Fachada de Diverxo

Siempre resulta difícil compartir una decepción, por ligera que esta sea, máxime cuando no sabes cuanto se debe a la realidad de lo acontecido y cuanto al exceso de expectativas que hayas puesto sobre el tema en cuestión.

Esto puede parecer un duro comienzo para hablar de un restaurante como Diverxo, pero el objetivo de este artículo no es otro que compartir de la manera más realista posible mi reciente experiencia en este restaurante. Como digo mis expectativas en la visita eran muy altas, basadas en mis lecturas y en los comentarios y experiencias de buenos amigos.

La primera sensación cuando llegas al barrio de Tetuán y ves la calle, el local, su fachada, etc. son extraños, parece como si alguien se hubiese equivocado al darte la referencia. Sinceramente esto no me parece importante y mucho menos sabiendo que es el primer local de David Muñoz en Madrid y por lo tanto el primer paso un proyecto personal, emergente y con fuerte personalidad.

La sala es pequeña (de ahí el problema con las reservas) tan solo puede albergar unos veinte comensales. La primera sensación de la decoración resulta floja, fría, poco acabada, pero casi pasa desapercibida y piensas… que demonios!! vamos a comer.

La siguiente es la que te da el servicio de sala. El primer detalle viene cuando a una mesa de ocho nos vamos incorporando paulatinamente, llegando por grupos y ni los camareros ni el jefe de sala están pendientes de la recepción y ofrecer unas bebidas mientras esperamos. Según parece lo hacen con el primer grupo pero luego se olvidan. Favorece poco el hecho de que cuando abres la puerta del local entras directamente a la sala, detalle que sumado a lo pequeño del local, hace que enseguida veas a las personas que te esperan en la mesa y directamente te unas a ellos. Esto claramente influye, pero lo que resulta determinante es que no haya nadie realmente pendiente de la recepción de gente que llega al restaurante.

Cuando los camareros comienzan a interaccionar con la mesa, a primera vista, se echa en falta algo más de profesionalidad, aspecto que se poco a poco se iría corroborando durante otros momentos de la comida.

Carta de Diverxo

Tras unos minutos de espera a que se incorporasen el resto de los comensales, Javier Arroyo, el Sumiller, se dirigió a nosotros para tomarnos nota. Lo primero que debéis saber es que el Diverxo no hay carta. En la puerta del local se exhibe información de los tres menús de los que aparentemente dispone el restaurante. Digo aparentemente porque luego en su interior el maître te explica que no todos están disponibles para mesas de más de seis comensales y que además su oferta incluye dos más que no están expuestos en el exterior.

Para poder seleccionar el que más te convenga las explicaciones consisten en la estructura del menú con número y tipo de platos que lo componen y en el tiempo aproximado para la degustación completa de menú. Además de esto el maître se interesa por las personas que hayan visitado el local con anterioridad y les pregunta los platos que degustaron, para dentro del menú seleccionado, traerles opciones de platos que les permitan degustar nuevos platos sin repetirse.

Aunque para mi era la primera vez y no fue mi caso, os podéis imaginar lo que debe costar recordar los platos que comiste en anteriores ocasiones cuando durante la comida en ningún momento ves escrito el nombre de lo que comes. Ellos lo explican diciendo que lo que desean es jugar con el desconocimiento de los comensales, a los que quieren sorporenderles y que no sepan lo que van a comer, … La verdad es que es de apreciar que pongan este interés en no repetir y en sorprender al cliente, pero en ocasiones se producen ciertas incongruencias que hacen que el modelo sea poco sostenible, sobre todo pensando que la sala, tarde o temprano, migrará a un local donde poder satisfacer la demanda de más clientes.

En este punto y en relación al servicio de sala, hay una cosa que no puedo dejar de comentar y darla su justa importancia, porque sinceramente a muchos nos dejó un sabor de boca algo agridulce. Lo primero es la importante bronca que nos echaron porque falló un comensal y de ser ocho, pasamos a ser siete. Esto paso una o dos horas antes de ir al restaurante lo que hizo imposible avisarles con tiempo, aun así lo explicamos adecuadamente y nos “reprendieron” diciendo que para próximas ocasiones se lo avisemos aunque se trate de minutos. Lo siguiente fue que nos prohibieron tomar fotos, y luego grabar las explicaciones de los platos y también tomar nota argumentando que era absurdo, dada toda la información que proporcionaban en la explicación de cada plato. El argumento que nos dieron para prohibir las fotos fue de nuevo la sorpresa de sus visitantes, y el de no grabar sus explicaciones sinceramente ni lo recuerdo.

El caso es que puedo entender y entiendo perfectamente todos ellos, pero lo que no entiendo son las formas en las que se dijeron, lo siento pero no puedo estar de acuerdo con la prepotencia y la superioridad en la que exponen los absurdos, pero respetables argumentos para todo ello. Sinceramente creo que se lo tienen un poco creído y no les faltan motivos en lo que a cocina se refiere, pero a nivel de sala les queda un largo camino por recorrer hasta que la profesionalidad de la sala alcance a la exultante creatividad y la excelencia de su cocina, es sencillamente magnífica. Tampoco quiero dejar de señalar que a lo largo de la comida se dieron cuenta del tono que habáin utilizado y los fueron moderándo adecuadamente.

Aperitivo de Edaname en Diverxo

Respecto a lo culinario no sabéis lo que siento no poder traeros suficientes detalles, pero la falta de menú, de fotos, de notas hace imposible que retenga todo lo ocurrido, es toda una experiencia, una experiencia que sin duda debéis vivir por vosotros mismos.

Fueron muchos detalles y demasiada información para retenerla toda pero recuerdo algunos de los platos que degustamos. Empezamos con un aperitivo a base de Edaname (vainas de soja verde) acompañadas de salsa de mostaza japonesa y tras el empezamos con un primero que fue el mejillón tigre estilo fusión, con escabeche de lima kéfir, sofrito de tomate, chile y huevas de pez volador. Servido en un vaso resulta curioso pero no excelente y para mi gusto un poco pasado de acidez. Impresionante el Dim-sum de conejo estofado en cinco especias chinas con variaciones de zanahoria acompañado de té verde  y también el Dumpling de chipirones con tuétano. Excelente también la gamba frita al revés con yuzu, soja y mayonesa caliente.

El los pescados degustamos un bacalao negro marinado en vino rojo japonés y una ralla perfectamente limpia y en su punto. En las carnes un cochinillo cochifrito pekinés servido en dos tiempos, primero crepes con la piel del cochinillo estilo pekinés acompañados de salsa hoisin y luego un guiso con su carne. Por otra parte degustamos un lomo de carne roja acompañado de un quinotto (risotto a base de quinoa) elaborado con trompetas de la muerte y queso idiazabal, además de sal Maldon, mojo nikkei y miso en polvo.

El postre resultó extremadamente refrescante consistente en una mousse de chocolate blanco con sorbete de manzana verde, apio y aceite de oliva.

Los vinos a un precio muy razonable. Decidimos comenzar por un blanco Ossian y seguimos con un tinto ligero Convento San Francisco. El precio más que correcto dada la calidad de la comida, 90 euros por persona con cafés y algunas copas, por lo que si tenéis en cuenta que además tomamos ocho platos cada uno creo, es más que coherente.

A pesar de la experiencia con el servicio y entendiendo que un mal día lo tiene cualquiera el balance es excepcional y en nuestra opinión, Diverxo es un lugar exclusivo y de referencia, si bien creo que deben trabajar en su sala para ponerla a la altura de su cocina.

DiverXO
c/ Francisco Medrano, 5
28020 Madrid
España
Teléfono: +34 91 570 07 66
Web: http://www.diverxo.com/

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