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Foto de sarah sosiak
  

La complejidad de un whisky escocés empieza desde la primera fase de su proceso de elaboración. Desde el malteado hasta la maduración las diferentes técnicas y elementos utilizados dotarán al Whisky del carácter y personalidad que lo diferencia, que lo hace único.

Hace unos días escribía un artículo en el que intentábamos esclarecer algunos mitos sobre esta magnífica bebida, algunos errores comunes que hacen que en muchas ocasiones no esté bien entendida.

Lo primero para conocer un poco mejor el Scotch Whisky o whisky escocés es conocer los diferentes tipos que existen.

Un Scotch Whisky o whisky escocés debe madurar al menos tres años en barricas de roble y su graduación debe ser un 40% de alcohol por volumen.

El Whisky Escocés de Malta es el que única y exclusivamente se realiza con cebada malteada. El malteado es el proceso que se aplica a los granos de cebada para que germinen y posteriormente secarlos rápidamente tras el desarrollo del brote. Este proceso se realiza para que los granos de cebada malteados desarrollen las enzimas necesarias para convertir el almidón del grano en azúcar y posteriormente proceder a la fermentación y a la destilación.

El Whisky Blended se produce mediante la mezcla de whiskies de malta y whiskies de grano procedentes de diferentes destilerías.

El Single Malt Scotch Whisky se trata de whisky de malta destilado en una única destilería, porque también existe el Pure Malt Scotch Whisky que aunque también a partir de cebada malteada se produce como resultado de la mezcla de distintos whiskies de malta procedentes de diferentes destilerías.

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Foto de berfaced
  

Otra forma de disfrutar del whisky y de llegar a apreciar todo su sabor y matices es conocer adecuadamente sus notas de cata. Conocer las notas de cata te permitirá apreciar sabores y aromas que hasta entonces podían pasarse por alto y podrás establecer comparaciones más acertadas y con mejor criterio, entre las diferentes opciones existentes.

Entre las notas dulces podemos encontrar la miel típica en los maltas de Speyside procedente de las maderas de las barricas que durante la maduración pueden llegar a proporcionar notas más secas y resinosas recordando a la cera de abeja. Los higos secos, la suavidad y armonía del Jerez y las notas de tarta que entremezcla fragancias azucaradas de mermeladas, proceden de la maduración y son características de los maltas envejecidos en barricas de roble europeo, que en el pasado fueron dedicadas a contener vino de Jerez. La vainilla es menos evidente para el olfato que para el gusto y su procedencia se debe a las barricas de roble americano que en el pasado contenían Bourbon.

Si miramos la naturaleza y buscamos las notas frescas podemos encontrar brezo siendo aroma muy común en los single malt escoceses y que acentúa la fragancia de los maltas de las tierras altas o de Speyside, en los que en ocasiones también aparecen matices de hierbas frescas. Si nos centramos en el mar podemos encontrar sabores salados como el de Sal Marina que se percibe fácilmente y que en ocasiones puede acompañar otros sabores marinos como las Algas que son más frecuentes en los maltas de las islas. Esta nota de algas proceden de la brisa marina y de las algas acumuladas en la turba a lo largo de los siglos. Esta turba se utiliza cuando se detiene la germinación de la cebada malteada y proporciona un ligero ahumado al whisky que dota de una nota característica a los maltas de las islas, particularmente en la isla de Islay.

Frutos secos, Jengibre, Especias, Pimienta, Madera  o Malta son otras de las notas que se pueden apreciar con mayor o menor dificultad en el whisky escocés y que completan un mapa de sabores y aromas lleno de sensaciones y matices.

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