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Hace algún tiempo, guiado por la curiosidad, adquirí un cuchillo de cerámica. El precio no fue muy elevado, normalmente este tipo de herramientas está entorno a unos 40 euros para un cuchillo verdulero, yo adquirí el mío por 16 euros en una oferta de una gran superficie.

La ventaja de este tipo de objetos frente a los convencionales radica esencialmente en su filo. Curiosamente, cada vez que compruebo su corte, me viene a la mente la imagen de las piedras de sílex. En cuanto a su duración, por regla general mayor que las de un utensilio de acero, aunque muchas veces es publicitado como eterno, nada más lejos de la realidad, tiene una duración limitada existiendo para su mantenimiento muelas de afilar basadas en partículas de diamante.

Personalmente, lo que más me gusta es que al no ser metálico es inoxidable lo cual proporciona innumerables beneficios en cuanto a su mantenimiento. Otra de sus ventajas, que recojo directamente de su manual de recomendaciones es la facilidad de limpieza ya que es difícil que recojan algún tipo de olor. Aunque estoy satisfecho con él, he encontrado importantes inconvenientes frente a los cuchillos convencionales, es primero de ellos es su falta de elasticidad, muy frágil ante cualquier torsión o caída. Otro inconveniente, puede ser la limitación en cuanto a las superficies contra las cuales puede usarse; sólo madera ya que con otro tipo de resistencias podría quebrarse o mellarse el filo.

Inesperadamente, con el paso del tiempo he observado una disminución acelerada en la capacidad de corte. Al final, es posible que ocurra lo mismo que en los cuchillos de acero o simplemente la oferta no fuera tal oferta.

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